martes, 27 de noviembre de 2007

Papa, quiero un nanocable...

A esta altura ya podemos presentarnos una serie de cuestiones de orden social, en las cuales la evolución del neurocine tendría consecuencias.

¿A que edad sería consecuente para la persona tomar contacto con las técnicas del neurocine? Si tenemos en cuenta que el proceso conllevaría una serie de intervenciones en el cuerpo, posiblemente entraria en conflicto la cuestión de si es lícito para un menor de edad preparar su cuerpo para la funcionalidad del neurocine (suponiendo en todo caso que realmente el proceso precisase de las intervenciones referidas).

Imaginemos una sociedad en la que el regalo de navidad más solicitado por los niños y niñas sea el "¡kit junior de neurocine! (con todas tus series favoritas)".

Bromas aparte, no sé hasta que punto un padre debe tener un sentimiento de moral en el hecho de que un menor desease realizar este tipo de prácticas. Tal vez dentro de un tiempo los tatuajes y piercings no sean los únicos caprichos "prohibidos" de la adolescencia.